Marisa Alberca Yunquera
Discapacidad: Visual
Biografia: Nací en 1958, mis primeros recuerdos vinculados con el dibujo fueron a muy temprana edad, pues mi padre dibujaba desde niño y me traía todas las semanas libretas de hojas con una cara amarilla, anaranjada o en blanco en la que expresaba en forma de viñetas mi mundo interior . En esta primera década de mi vida el dibujo a lápiz y las pinturas de colores fueron mi herramienta principal, los temas eran totalmente personales, la creación partía de una emoción, un deseo o un acontecimiento . Tendría unos 12 años cuando presente un dibujo a carboncillo, en un concurso de la biblioteca de mi barrio, ganando el segundo premio infantil. Recuerdo una pila de libros, entre ellos, uno sobre la vida de Pasteur. Ese fue mi primer éxito pictórico: el dibujo presentado era el rostro de una joven con largos cabellos en actitud melancólica; lo copié de uno de los dibujos de mi padre que el mismo realizó, más o menos, cuando tenía mi edad. En esta segunda década introduje la sanguina y, junto al carboncillo, comencé a investigar en el plano de la luz y la sombra. Al cumplir los 16 años, debía decidir que rumbo iba a tomar mi carrera estudiantil: Bellas Artes siempre estaba en mi mente y mi corazón, pero mi carácter y temperamento me hacían desear la independencia y el deseo de ayudar a los seres humanos en la enfermedad, por lo que me decanté por realizar estudios de enfermería. Aunque en algunos momentos fue muy difícil encontrar tiempo y espacio disponible, nunca me aparté de mi lápiz, sanguina, rotulador o bolígrafo y en autobuses, descansos entre clase y clase, conversaciones telefónicas, salas de espera etc etc etc. Sacaba mi cuadernillo o reciclaba cualquier papel, escrito por una sola cara. El pronóstico médico en relación con mis facultades visuales era el siguiente: iría perdiendo agudeza visual hasta ir viendo luces y sombras aunque no llegaría a la ceguera total. Este deterioro macular, con distrofia de conos y debilidad en nervio óptico había comenzado a los 7 años. Al parecer era irreversible y progresivo. Yo era consciente de ello, por lo que me impliqué al máximo en mi trabajo, ya que mi carrera profesional se iría limitando por la imparable perdida de visión. El color llegó en 1980. Tomé clases de pintura al óleo en la academia Villalar, sin dejar de asistir, siempre que me permitía el tiempo libre, a dibujo de modelo en el círculo de Bellas Artes. Desde entonces siempre estuve vinculada a academias de arte, dando prioridad al óleo. La pintura acrílica llegó a mediados de los 90, y con ella las técnicas de agua, tales como las acuarelas y el gouache. A principios de los 90 dejé mi trabajo de enfermera, pues el proceso de deterioro visual ya era importante. En 1996 me afilié a la O.N.C.E. Gracias al apoyo recibido en rehabilitación visual pude continuar pintando. Durante ese periodo de adaptación a la nueva etapa de mi vida, me regalaron una caja inmensa de pinturas al pastel, este fue un impulso para indagar en el mundo del color y la forma a través de otro soporte, las barras de color. Al Pastel se fueron añadiendo Pastel al óleo y ceras, incorporando estos elementos en la ilustración. La pintura en mi proceso vital ha sido mi mejor terapia, tanto física como mental. Aunque en mi forma de contemplar el mundo los colores se agrisaban y confundían, no dejaba de utilizarlos, a mi manera, un tanto personal y difícil de entender por mis compañeros videntes. Poco a poco fui introduciéndome de un modo intuitivo en la selección de color, la pintura rápida era mi fuerte. En el 2014 me presenté al XVI CERTAMEN DE PINTURA RÁPIDA DE MORATALAZ, siendo clasificada la segunda en categoría Adulto. Durante el periodo comprendido desde 2011 a 2016, formé parte de un grupo de artistas de mi barrio : ARTE EN LA CALLE. Un domingo al mes exponíamos al aire libre en la plaza de los artistas. También exponíamos con cierta frecuencia en los centros culturales de Madrid. Aunque mi proceso de baja visión era lento, permitiéndome ir adaptándome sin demasiado traumatismo, el montaje y desplazamiento a los diferentes centros era un problema, por lo que decidí dejar el colectivo en 2016. Hoy por hoy sigo entregándome a los caprichos del color y la forma. Confiando en la vida para que me permita seguir haciéndolo hasta el final.
Obras en el museo: 1